Editor’s Note: The following is a translation of Kristal Sotomayor’s article from the Summer 2020 issue, about the Puerto Rican documentary community. Thanks very much to Amaya Garcia for the translation.
Parte 1: La Isla antes de María
"Puerto Rico es una isla pequeña en un limbo político." Así describe la situación política de la isla caribeña la documentalista y directora del filme Ser grande, Karen Rossi. Tras décadas de trabajo como cineasta independiente, Rossi ha sido testigo de los cambios que ha experimentado la industria cinematográfica en la Isla. "Cuando invitamos a cinematógrafos de otras partes de Latinoamérica a Puerto Rico, nos dicen: ‘¡Claro que Puerto Rico es parte de Latinoamérica!’ Pero, si no conocieran de nuestra existencia, hubieran tenido la impresión de que somos parte de Estados Unidos y estamos cubiertos por fondos estadounidenses. Y Estados Unidos nos mira y nos dice: ‘Su primer idioma es el español’. Latinoamérica no necesariamente nos considera parte de ellos, y definitivamente, los Estados Unidos no nos ve como parte de ellos. Luego del Huracán María, todos estaban en shock de que, de hecho, somos ciudadanos americanos."
Puerto Rico es un archipiélago en constantes cambios de identidad y pertenencia; un territorio no incorporado de los Estados Unidos con una población predominantemente hispanohablante de ascendencia taína, española, y africana. Oficialmente, la Isla no es considerada un país latinoaméricano ni un estado de los Estados Unidos. Estos tecnicismos en cuanto al estatus geopolítico de Puerto Rico impactan de manera severa el acceso a fondos para trabajos cinematográficos, ya que en muchas ocasiones, los directores, casas productoras, y creadores no pueden solicitar fondos ni en Latinoamérica ni en Estados Unidos. "Para nosotros, siempre ha sido una batalla cuesta arriba la distribución y el financiamiento de nuestro trabajo," dice Rossi. “La realidad es que, culturalmente, somos latinoamericanos. Nuestro idioma es el español, nuestra cultura es latina, pero tenemos esta relación con los Estados Unidos que nos ata de manera política y geográfica a Norteamérica."
Desde el 2016, Puerto Rico es controlado por la Junta de Control Fiscal (mejor conocida por sus siglas, JCF), instaurada a través de la ley federal estadounidense titulada Puerto Rico Oversight, Management, and Economic Stability Act (PROMESA). La ley, aprobada por la administración del presidente Barack Obama, se instauró para manejar la deuda de $72 billones acumulada por el Estado Libre Asociado, el nombre oficial del gobierno de Puerto Rico. A través de PROMESA, el gobierno federal estadounidense establecería una junta de control fiscal, un proceso para reestructurar la deuda, y procesos acelerados para la aprobación de proyectos de infraestructura crítica. Siete miembros con poder de votación, seleccionados por el Presidente de los Estados Unidos, conforman la JCF, mientras que un solo miembro sin poder de votación es asignado por el Gobernador de Puerto Rico. A pesar de que los puertorriqueños son ciudadanos americanos, no tienen el derecho a votar en las elecciones presidenciales. Con PROMESA, los puertorriqueños no tienen ningún poder de votación política en cuanto al manejo del archipiélago, ni la habilidad de elegir oficiales estadounidenses para que cambien las políticas gubernamentales que afectan la Isla.
La Corporación de Cine de Puerto Rico y los fondos de inversión privados eran las dos fuentes principales de financiamiento para los documentalistas independientes en la Isla. Ante las directivas de la ley PROMESA, el Departamento de Desarrollo Económico absorbió a la Corporación de Cine. Macha Colón, directora del documental Cartas de amor para una ícona, y el largometraje, Perfume de gardenias, fue uno de los últimos cineastas en recibir fondos de la Comisión. El filme se estrenó en el Tribeca Film Festival del 2021. "[La Comisión] era un departamento completo, y ahora es sólo una oficina," explica. "Teníamos un fondo de cine que ya no existe. En ese sentido, tenemos menos opciones. Mi película fue la última película en recibir dinero de la Comisión, el cual ni lo hemos recibido todavía porque funciona a base de reembolsos. Para las producciones independientes, ha sido bien difícil y bien caro filmar en Puerto Rico. Para la gente fuera de la Isla, quizás pueda funcionar mejor porque hay muchos incentivos en cuanto a los impuestos para las producciones extranjeras. Pero, para nosotros, los incentivos no están ahí."
En el 2012, un grupo de cineastas fundó la organización sin fines de lucro AdocPR (Asociación de Documentalistas de Puerto Rico) para promover el desarrollo del cine documental en la Isla, al igual que mejorar las condiciones de trabajo de los empleados en la industria. Actualmente, el colectivo cuenta con 40 cineastas que tienen como meta ampliar el público para estas producciones, entrenar futuros creadores, cabildear por el cine nacional, y colaborar con otros creadores internacionalmente. Kique Cubero García, documentalista y cofundador de AdocPR, trabajaba con la Corporación de Cine, con la mira de diversificar los fondos para los cineastas. En el 2016, sus planes quedaron en el limbo con la ratificación de PROMESA. "La JCF presionó tanto al gobierno para cortar fondos, y una de las primeras víctimas fue la Corporación de Cine de Puerto Rico, que fue convertida en una oficina dentro del Departamento de Desarrollo Económico," explica Cubero García. "Se establecieron reglas para las filmaciones que dependían del mercado y cuánto lucro podría atraer. Nos pusieron restricciones que nos hacen bien difícil cumplir con los requerimientos de los fondos. Y como no podíamos cumplir con esos requerimientos, empezaron a cortarle fondos al cine nacional. Ellos decidieron que el cine puertorriqueño no era suficientemente lucrativo y eliminaron el fondo para las filmaciones."
A partir de mayo del 2015, Puerto Rico aumentó su programa de incentivos fiscales para las filmaciones hasta un 90 por ciento en créditos cualificados. Durante ese mismo año, se gastaron alrededor de 100 millones de dólares en producciones con base en Puerto Rico. El otrora comisionado de cine de Puerto Rico, Demetrio Fernández, hizo las siguientes declaraciones en una artículo de la revista Variety: "Ya hemos recogido 86 millones de dólares durante este año fiscal." Usualmente, los créditos contributivos permiten que las producciones que cualifiquen para ellos no le paguen impuestos al estado o, en este caso, a un territorio de los Estados Unidos. "La absorción de la Comisión de Cine por el Departamento de Desarrollo Económico creó el problema de que, ahora, todo está atado al retorno de la inversión," explica Rossi. "Es mucho más probable que cualquier programación para propósitos culturales o educativos no reciba fondos. Ellos estaban más interesados en atraer películas extranjeras, lo cual puede ser beneficioso porque crea trabajos en la industria de cine de la Isla. Pero, para los creadores de contenido locales, a menos que estuvieras haciendo películas comerciales, tus chances de recibir fondos son bien bajos."
Existe una historia colonial de priorizar productos y servicios producidos en los Estados Unidos sobre aquellos producidos en Puerto Rico. En 1920, la Ley Jones fue ratificada para promover el crecimiento de las industrias navieras en Estados Unidos. Según la revista Vox, esto significa que "los cargamentos de productos desde y hacia la Isla deben ser conducidos a través de barcos caros y protegidos por el gobierno estadounidense, en vez de ser expuestos a la competencia global." La Ley Jones hace que cada producto comprado en la colonia sea más caro en comparación con productos comprados en los Estados Unidos o en otras naciones caribeñas, debido a que “productos de origen foráneo serán desembarcados en Jacksonville y luego embarcados hacia Puerto Rico en navíos americanos en cumplimiento con la Ley Jones." Esos "productos de origen foráneo" que deben ser llevados a Jacksonville incluyen aquellos producidos en Puerto Rico, ocasionando que los productos locales sean más caros y que paguen el doble de los impuestos. A causa de esto, el costo de vida en la colonia se disparó. Actualmente, el costo de vida en la Isla es un 13 por ciento más alto que en los Estados Unidos y, antes del Huracán María, la comida en Puerto Rico costaba el doble de lo que costaba en el estado de Florida.
"Durante las décadas de los 1950 y 1960, la Operación Manos a la Obra desplazó a los puertorriqueños de las áreas rurales hacia la ciudad, en un empuje para la industrialización de la Isla. Básicamente, la mayoría de las cosas que comemos son importadas, y eso no debería ser así. Nosotros tenemos muchos recursos; esta es una isla grandiosa con mucha tierra fértil, y deberíamos poder comer lo que sale de nuestras tierras. Hay un gran plan para que nosotros estemos completamente subyugados a los Estados Unidos," dice Lale Namerrow Pastor, productore asociade del documental Landfall, que estrena el 12 de julio en POV.
Existen incentivos similares a aquellos otorgados por la Ley Jones, para que las producciones de cine y televisión extranjeras se beneficien del archipiélago. Puerto Rico tiene uno de los créditos contributivos para filmaciones más altos de los Estados Unidos. Esto ha ocasionado debate tras debate en la industria cinematográfica sobre si estos incentivos benefician a la economía local o le cuestan más dinero a los contribuyentes. Con la deuda de 72 billones de dólares, estos incentivos fiscales terminan haciéndole mucho daño a la industria de cine independiente. "Tenemos equipos técnicos que están acostumbrados a que les paguen salarios iguales a los de producciones extranjeras, que tienen un presupuesto distinto," explica Colón. "Con los presupuestos de las producciones independientes en Puerto Rico, no podemos pagar lo mismo y tenemos que negociar salarios. La realidad es que no podemos competir como cineastas independientes. Perfume de gardenias, mi primer largometraje narrativo, es una coproducción con Colombia. Terminamos la producción justo antes de la cuarentena debido al COVID-19, y ahora estamos en post-producción. Todavía necesitamos dinero para terminar el filme. Cuando nuestros productores colombianos miraron el presupuesto, entendieron por qué es tan caro filmar en Puerto Rico."
Parte 2: La Isla y la diáspora durante María
En septiembre del 2017, los huracanes categoría cinco, Irma y María, azotaron a Puerto Rico en un espacio de dos semanas. La devastación del Huracán María dejó más de 3 mil muertos en el archipiélago, en cifras reportadas por el gobierno de EEUU. Un estudio de la Universidad de Harvard estimó un exceso de entre "800 a 8.500 muertes relacionadas al paso del Huracán María entre los meses de septiembre a diciembre del 2017." De acuerdo a cifras del Gobierno de Puerto Rico, se restableció el servicio de energía eléctrica a toda la Isla 328 días después de la tormenta. Se estima que el Huracán María ocasionó un total de 95 billones de dólares en daños. Para los cineastas independientes en la Isla, el huracán exacerbó la falta de recursos. Al mismo tiempo, la directora Marcha Colón recibió una beca de la Fundación Ibermedia para el filme de DOCTV Latinoamérica, Cartas de amor para una ícona. "En julio había ganado el premio en Puerto Rico, en septiembre vinieron los huracanes, y eso significó meses de intentos de que se firmaran todos los contratos, durante un desastre natural," explica Colón. "Mientras otros países pudieron hacer sus películas, yo nada más tuve seis meses, y esos documentales se presentan en serie. Por poco pierdo la oportunidad de hacer mi documental porque no podía producir mi película sin electricidad; la gente no podía trabajar. Iba a ser una oportunidad perdida. Lo tuve que hacer en tres o cuatro meses, mientras que todo el mundo tenía nueve o diez meses. ¡Y esa fue una situación donde me gané un premio! Desde Puerto Rico no tenía la posibilidad de levantar fondos por la crisis económica."
Para muchos puertorriqueños en la diáspora, el paso del Huracán María fue un llamado para amplificar las historias del archipiélago. En el 2017, el director Eli Jacobs-Fantauzzi comenzó la filmación de We Still Here, un documental sobre los esfuerzos de autogestión de un grupo de jóvenes del municipio de Comerío, para la recuperación justa y equitativa luego del fenómeno. Jacobs-Fantauzzi es también el co-fundador de Defend Puerto Rico, un proyecto narrativo multimedia que documenta y celebra la creatividad, resiliencia, y resistencia que distingue a los puertorriqueños. "Nosotros escuchamos que el Huracán María iba hacia la Isla que ya había sido afectada por el Huracán Irma unas semanas atrás," cuenta Jacobs-Fantauzzi. "Unas semanas después del huracán aterrizamos en Puerto Rico con 36 cajas de donaciones de la comunidad de la Bahía de San Francisco. Desde ese momento, me quedé viviendo en Puerto Rico. Con las noticias que nos llegaban a la diáspora –si tu tenías familia en la Isla, tú estabas en un estado de shock. Te sentías impotente, desconectado, sin la información correcta, y lo único que querías eran signos de vida. Ir a la Isla fue bien importante para conectar y contar todas esas historias –ser una voz puertorriqueña en Puerto Rico contando las historias de nuestra gente. Para una recuperación justa, tenemos que escuchar las historias de las comunidades en sus propias palabras, amplificarlas, y traer recursos."
La cineasta Cecilia Aldarondo tenía pautado presentar la premier de su documental Landfall en la edición del 2020 del Tribeca Film Festival. El filme se desarrolló como una conversación entre Aldarondo –una puertorriqueña de la diáspora radicada en el estado de Nueva York– y productore asociade, Lale Namerrow Pastor, activista y cineasta emergente radicade en la Isla. El filme documenta dos caras de la recuperación post-María: la resiliencia de las comunidades ante la recuperación, y la explotación del archipiélago por intereses corporativos foráneos. "Aunque [Lale y yo] tenemos roles específicos dentro de nuestra industria –yo soy Directora y elle es Productore Asociade– su colaboración es instrumental para este documental. Yo no creo que haya un crédito específico que reconozca cuán importante fue su colaboración," dice Aldarondo. "Yo creo que esto refleja cuestiones éticas dentro de nuestra industria. La tradición de los cineastas extranjeros que van a un lugar y a una cultura que no conocen, es de contratar un fixer. Yo encuentro esa palabra condescendiente y jerárquica. En mi colaboración con Lale, su voz es central para mi entendimiento de la secuela del Huracán María. Las conversaciones y los debates entre nosotros –una puertorriqueña criada en la diáspora y une puertorriqueñe que ha vivido tode su vida en la Isla– crea una solidaridad entre la Isla y la diáspora que es clave."
Namerrow Pastor es un cineasta joven y activista en la comunidad LGBTQIA+ quien se destacó por su labor durante la huelga en la Universidad de Puerto Rico en el 2010, en oposición al alza de la matrícula en la institución y a favor de la reasignación de fondos para los estudiantes y la educación. Landfall es su primer trabajo en la industria de documentales en la Isla. "Para mí, unirnos es una necesidad, en específico para la gente de esta isla que ha sido forzada a migrar y a dividirse," dice Namerrow Pastor. "Nuestros colegas en los Estados Unidos tienen un mejor entendimiento de los recursos [para cinematógrafos] y tienen acceso a los fondos. Nada más con el hecho de tener una dirección en los Estados Unidos, eso lo cambia todo. A veces, intentamos solicitar [becas] y no podemos porque no tenemos una dirección en EEUU. Esos son los pequeños detalles que nos ayudan a solicitar fondos y a tener contactos en compañías de distribución."
Mientras que muchas personas llegaron al archipiélago buscando proveer ayuda humanitaria, algunos cineastas internacionales llegaron buscando aprovecharse del sensacionalismo de la historia. "Es la economía de la crisis," explica la cineasta Karen Rossi. "Para mí fue bien loco ver la cantidad de interés de parte de la comunidad internacional luego del Huracán María. El volumen de llamadas que me llegaban nunca eran para que yo fuera una colaboradora creativa. Siempre eran para que yo fuera un recurso local, pero en un nivel muy bajo; querían asistentes de producción. No estaban buscando contratar guionistas, directores, ni siquiera productores, que necesitaban desesperadamente. Todas las cosas que estaban preguntando y que estaban esperando que los ayudáramos de manera gratuita, era trabajo del cual se encarga un productor. Esto también pasó durante el Huracán Katrina [en Nueva Orleans]. En vez de contratar y colaborar con gente que entiende la perspectiva del lugar y que han estado contando historias profesionalmente por décadas, estaban buscando labor barata que les facilitara a ellos contar nuestra historia. Y ni se dan cuenta de lo imperialista que es eso."
Luego del huracán, ocupaciones de terrenos y asentamientos informales comenzaron a proliferar en la colonia. Estimados indican que alrededor de la mitad de la población de Puerto Rico, que ronda los 3.4 millones, vivían en estas situaciones. Sobre 335.748 personas fueron rechazadas para ayudas de FEMA bajo el programa de asistencia individual, ya que no tenían títulos de propiedad que comprobaran la posesión de sus hogares. Debido a otros fenómenos naturales que han impactado la colonia, la crisis domiciliaria en Puerto Rico está lejos de acabarse. Mientras que muchas personas en la colonia perdieron sus hogares, en otras partes de Puerto Rico, extranjeros adinerados comenzaron a comprar terrenos y propiedades en grandes cantidades.
Landfall pone en contraste los esfuerzos de reconstrucción en áreas rurales con la colonización de Puerto Rico. Una de las escenas más poderosas del filme tiene como escenario un foro público en el municipio costero de Rincón, organizado por un grupo de cripto-evangelistas que fueron atraídos hacia Puerto Rico por incentivos fiscales otorgados por el erario mediante la Ley 22. El grupo es liderado por Brock Pierce, un ex-actor infantil que hizo su fortuna a través de Bitcoin. En respuesta al llamado de unificación con los habitantes de la colonia que hizo Pierce a nombre del grupo de cripto-evangelistas, una mujer joven en el público les indicó: "La última vez que hubo un “nosotros," mi gente murió –mi gente se murió y se llevaron mi tierra. Honestamente, yo no confío en ninguno de ustedes." En Junio del 2020, la Corte Suprema de los Estados Unidos sostuvo la Junta de Control Fiscal instaurada por PROMESA, sin importar los retos constitucionales que la composición de esta revela, incluyendo el hecho de que la Junta es liderada por fondos de cobertura con inversiones en bonos municipales puertorriqueños.
"El Puerto Rico post-María está ausente," dice Aldarondo. "Una de las consecuencias de nuestra condición colonial es la invisibilidad crónica. Te reto a que mires cualquier mapa de los Estados Unidos sobre el COVID-19 en cualquier publicación noticiosa, y muchas veces Puerto Rico ni está incluido. Para mi, lo que significa esa invisibilidad crónica es que existe una ignorancia crónica de la información más básica sobre Puerto Rico, en los Estados Unidos y globalmente. Hasta el sol de hoy, han habido muy pocas películas hechas después del huracán que han tenido cualquier tipo de distribución o circulación. Lo que ha circulado han sido estas imágenes convencionales en los medios sobre la perdición y las ruinas. Son estas imágenes estándares casi como las que uno espera ver de gente afrodescendiente y de tez mixta con las manos al aire, esperando a que alguien los cuide. Mi preocupación principal era retar esa imagen de los puertorriqueños como víctimas, esperando a que el Tío Sam [Uncle Sam] venga y nos rescate. Lo que no se estaba reportando [en los medios internacionales] era una historia verdaderamente rica y hermosa, sobre puertorriqueños salvándose los unos a los otros a través de ayuda mutua, y a pesar de estas divisiones que hay entre Puerto Rico y la diáspora."
Part 3: La Isla Post-Maria y el COVID-19
El 25 de julio de 1952, la constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico fue autorizada por el Congreso de los Estados Unidos. Sin embargo, esta constitución sostuvo el estatus de mancomunidad, conocido como el Estado Libre Asociado (mejor conocido por sus siglas, ELA). Este estatus reforzó la posición de Puerto Rico como un territorio no incorporado bajo la jurisdicción del Congreso de los Estados Unidos. "Muchos fondos internacionales nos consideran parte de los Estados Unidos, pero no una colonia de los Estados Unidos, como si estuviéramos beneficiándonos de los recursos en los Estados Unidos, cuando la realidad es que estamos marginados," describe el cineasta y co-fundador de AdocPR, Kique Cubero García. "Hay tres fondos internacionales que apoyan a los cineastas puertorriqueños. Uno que estamos trabajando para abrir es el International Documentary Film Festival Amsterdam (IDFA) Bertha Fund. Nos ha tomado años ser considerados como un país con una industria cinematográfica subdesarrollada, porque nos removieron de sus listas debido a la mentira de los Estados Unidos en el 1952, de que Puerto Rico no es una colonia. Esa mentira nos removió de la lista de colonias en la comunidad internacional. Ahora, somos considerados una mancomunidad [commonwealth, en inglés] lo cual no es cierto. Una vez educamos a los fondos internacionales sobre la situación política en Puerto Rico, nos abre las puertas para otros fondos europeos. Luego, podemos mirar a los Estados Unidos y formar alianzas con otros grupos minoritarios para intercambiar información y conocimientos sobre cómo solicitar estos fondos."
AdocPR ha trabajado extensivamente para lograr que los cineastas puertorriqueños sean elegibles para las becas europeas, caribeñas, y aquellas otorgadas en los EEUU. En abril del 2019, Firelight Media organizó la conferencia Groundwork Puerto Rico, para proveer apoyo a los cineastas locales. El encuentro fue producido por AdocPR y Sistema TV-WTMJ, una estación de televisión localizada en San Juan y miembro de la cadena PBS. Mientras que han habido algunas iniciativas recientes para ayudar a los cineastas boricuas, aún queda una necesidad de acceso y apoyo estructurado dentro de la industria de documentales para asegurarse de que las historias sean preservadas y difundidas.
Al ser una colonia de Estados Unidos, uno de los problemas más grandes al que se enfrentan los cineastas boricuas cuando se trata de solicitar becas estadounidenses, es la diferencia en entendimientos culturales. Mientras que muchos puertorriqueños hablan inglés, hay una diferencia en cuanto al idioma y la terminología utilizada dentro de la comunidad de cineastas. El español es el idioma primordial de la colonia, y las solicitudes traducidas al inglés casi nunca logran encapsular la complejidad de los proyectos. De igual manera, existe una marcada diferencia en cuanto a los costos asociados a las filmaciones en el archipiélago. "Cuando se trata de presupuestos en Estados Unidos, una filmación puede costar $250,000," cuenta Cubero García. "En Puerto Rico podemos hacer tres o cuatro películas con ese presupuesto. Cuando solicitamos becas con el presupuesto que se necesita en Puerto Rico, no nos toman en serio porque piensan que no estamos presupuestando lo suficiente para hacer una película."
"Muchas veces los fondos [de filmación] no entienden las necesidades de Puerto Rico," explica Bienvenida "Beni" Matías, documentalista y organizadora de medios para las organizaciones sin fines de lucro. "En mis conversaciones con cineastas en Puerto Rico, lo que ellos necesitan es dinero para hacer sus películas y la habilidad para distribuirlas fuera de la Isla. Ellos conocen muy bien cómo distribuir sus películas dentro de la Isla y dentro del circuito de cine caribeño; grupos comunitarios, escuelas, etcétera. Lo que ellos necesitan es acceso para distribuir sus películas en otras partes. Yo fui una de las personas que comenzaron NALIP porque sabía que necesitábamos una organización que juntara a los cineastas para lograr abrir algunas de esas puertas. Yo veo que AdocPR está haciendo eso mismo."
Por su parte, la directora del Philadelphia Latino Film Festival (PHLAFF), Marangelí Mejía Rabell, está trabajando para llevar los talleres GoodPitch Local a Puerto Rico. Criada en el archipiélago, Mejía Rabell ha dedicado su labor a abrir las puertas a los cineastas y creadores en la Isla, en su extensa colaboración con AdocPR. "El trabajo de los documentalistas es clave para la autorrealización de Puerto Rico y su gente," dice. "Descolonizarnos no nada más incluye aprender sobre nuestra historia, reclamar nuestros espacios y nuestras narrativas, sino también incluye construir puentes para compartir nuestras experiencias, recursos, y energías; para así poder honrar, nutrir, y celebrar nuestra puertorriqueñidad. Anclar nuestro trabajo en nuestros valores y la sanación colectiva ayuda a PHLAFF a mantener un diálogo y un espíritu de co-creación con nuestros colaboradores, mientras perseguimos oportunidades para expandir nuestra programación y nutrir nuestro ecosistema. Traer eventos como GoodPitch Local a Puerto Rico es crítico para diversificar recursos y alianzas estratégicas, para cultivar una cultura de colaboración, y crear una comunidad con cineastas en ambos lados del charco."
Las plataformas cibernéticas y los medios sociales se han convertido en una de las nuevas avenidas para que los cineastas puertorriqueños difundan su trabajo fuera de la Isla. AdocPR ha colaborado con la plataforma Libros 787 para vender sus filmes en línea. Para cineastas como Eli Jacobs-Fantauzzi, de Defend PR, la accesibilidad a la cámara y el micrófono hacen un mundo de diferencia, en cuanto a difundir la voz sobre sus trabajos. "Yo creo que la industria de las becas y subvenciones para filmaciones es una industria con una entrada difícil," explica. "Lo que vemos es que replican las mismas historias una y otra vez de manera extractiva. Muchos documentales te rompen el corazón y sales del teatro sintiéndote horrible sobre el mundo. Yo estoy completamente en contra de eso y quiero pelear en contra de ese sistema extractivo. No pienso que mi modelo y mi marco de referencia trabajen bien dentro del sistema y nunca me han dado fondos de manera tradicional. Siendo una colonia de Estados Unidos, para nosotros es bien difícil buscar fondos dentro de EEUU e internacionalmente. Tener la posibilidad de hacer las películas que queremos hacer y sacarlas en el internet ha sido clave."
Puerto Rico tiene una historia de creación cinematográfica rica, que incluye producciones como Modesta, dirigida por Benjamin Doniger y comisionada por la División de Educación para la Comunidad (mejor conocida como la DIVEDCO). El filme trata sobre unas mujeres en un área rural organizando la Liga de Mujeres Liberadas, para pelear por sus derechos. El trabajo es parte del National Film Registry, a través de la Biblioteca del Congreso. Otros documentales puertorriqueños como El Puente y El Santero, dirigidos los dos por Amilcar Tirado, han sido honrados por el Museo de Arte Moderno. "No me gusta pensar que estamos reinventando la rueda," dice Beni Matías. "Me gusta pensar que la estamos moviendo hacia adelante. La mayoría de los cineastas en la Isla tienen una educación increíble, y han ido a la Universidad de Puerto Rico; otros han ido a la Escuela Internacional de Cine en Cuba; otros han ido a España, México, NYU. De ahí viene la resiliencia, ya que puedes venir aquí y filmar con un iPhone."
En cuanto al impacto de COVID-19, los cineastas en el archipiélago ya están acostumbrados a navegar desastres naturales. Cubero García está colaborando con otros 23 países iberoamericanos para el proyecto El mundo en pausa, que tiene como fin contar la historia de un día en el mundo durante la pandemia. "Durante el Huracán María, mucha de nuestra infraestructura se cayó, como por ejemplo, el sistema eléctrico. Poco a poco hemos ido recuperándonos económicamente," cuenta Cubero García. "El COVID-19 fue otro golpe, y ha afectado nuestra habilidad de llevar nuestros filmes al público. Ya teníamos protocolos para las filmaciones por María, así que lo más difícil para nosotros ha sido la cuarentena impuesta por el Estado. Está cuarentena ha sido más para controlar a la gente que por razones de salud. Ese control es lo que está afectando nuestro trabajo. Es imposible filmar porque la policía te puede interrumpir la filmación. El Estado está bien frágil, como el tigre adolorido que ataca. Ven a los cineastas como enemigos porque nos ven como periodistas, y los periodistas criticando al gobierno son una amenaza para ellos."
El aplazamiento del Tribeca Film Festival del 2020, donde se supone que estrenará Landfall, de la directora Cecilia Aldarondo, afectó su habilidad de llevar su filme a diferentes públicos. "De la misma manera que cuando pasó el huracán María y la gente me preguntaba ‘¿cómo está tu familia?’ yo les decía: ‘esto no es nada más sobre mi familia biológica –es sobre mi familia puertorriqueña’. Así me siento hablando sobre el impacto que tuvo el COVID-19 en mi película. Esto no me pasó nada más a mi, esto le pasó a todo el mundo que conozco," explica Aldarondo. "De la misma manera que el Huracán María expuso una crisis que ya estaba ahí, yo diría que el COVID-19 también hizo lo mismo para el ecosistema de cine independiente. Puerto Rico es un manual para nuestros tiempos. Es un estudio de caso de cómo los oportunistas se aprovechan del desastre. Lo que más necesitamos ahora mismo es poder colectivo. La realidad es que los cineastas independientes son entrenados para trabajar de una manera individualista, a ser nuestras propias marcas, nuestros propios jefes, CEOs; trabajamos en una competencia profunda los unos con los otros mientras que los grandes intereses siguen enriqueciéndose. Esta conversación sobre sostenibilidad es casi eufemística porque esconde la corriente que realmente está trabajando aquí –hay una élite adinerada que tiene sus propios intereses y nosotros no somos parte de esas conversaciones. De igual manera, hay conversaciones que gente muy poderosa en Puerto Rico tiene a puertas cerradas y sin transparencia. Esto también pasa en el ecosistema de los documentales. Las injusticias del mundo no se quedan en la pantalla. Me gustaría tirar por la ventana la palabra ‘sostenibilidad’ porque a este punto me da risa."
A pesar de los poderes abrumadores que trabajan en contra de la gente de Puerto Rico y de los cineastas, también hay una cantidad extraordinaria de resiliencia. El 10 de junio de 1948, La Ley de la Mordaza, también conocida como la Law 53 en inglés, se creó para aplastar al movimiento independentista en Puerto Rico. Bajo las provisiones de esta ley, era ilegal tener en posesión una bandera puertorriqueña o exhibirla en público, inclusive en domicilios privados. "Ser de aquí viene con unos sentimientos de orgullo bastante grandes. Eso viene también del hecho de que nos prohibieron sentirnos orgullosos de ser puertorriqueñes," explica Lale Namerrow Pastor, productore asociade de Landfall. "Nos prohibieron ondear nuestra bandera, hablar con nuestros acentos –nos prohibieron ser."
Namerrow Pastor continúa: "A pesar de todo esto, yo creo que aún no hemos visto al grado que llegará la crisis económica con el COVID-19. Ese va a ser otro momento crucial para Puerto Rico. Encima de eso, tenemos las elecciones de los Estados Unidos que son muy importantes para nosotros, aunque no tengamos el derecho a votar. También tenemos nuestras elecciones locales, que también son súper importantes. Yo creo que el 2021 va a ser un escenario diferente para Puerto Rico."
Kristal Sotomayor es un periodista independiente, cineasta y programador de festivales con sede en Filadelfia. Trabaja como administrador de los premios del International Documentary Association, director de programación del Philadelphia Latino Film Festival y cofundador del colectivo ¡Presente! Media. Era parte del programa Documentary Magazine Editorial Fellowship.